Skip to main content

Śrīmad-bhāgavatam 10.5.10

Texto

nava-kuṅkuma-kiñjalka-
mukha-paṅkaja-bhūtayaḥ
balibhis tvaritaṁ jagmuḥ
pṛthu-śroṇyaś calat-kucāḥ

Palabra por palabra

nava-kuṅkuma-kiñjalka — con azafrán y flor de kuṅkuma fresca; mukha-paṅkaja-bhūtayaḥ — mostrando la extraordinaria belleza de sus caras de loto; balibhiḥ — con obsequios en las manos; tvaritam — a toda prisa; jagmuḥ — fueron (a casa de madre Yaśodā); pṛthu-śroṇyaḥ — con sus redondas caderas, la culminación de la belleza femenina; calat-kucāḥ — sus abultados senos se movían.

Traducción

Con la extraordinaria belleza de sus caras de loto, recién adornadas con azafrán y kuṅkuma fresco, las esposas de los pastores corrieron a casa de madre Yaśodā llevando en las manos sus obsequios. Su belleza natural las había dotado de caderas redondas y de senos abultados, que se movían al compás de su apresurado paso.

Significado

En las aldeas, los pastores de vacas y sus esposas llevaban una vida muy natural, que dotaba a las mujeres de una belleza femenina natural, con las caderas y los senos bien redondeados. En la civilización actual, las mujeres no llevan una vida natural y, debido a ello, sus caderas y sus senos no alcanzan su plenitud natural. El modo de vida artificial ha hecho perder a las mujeres su belleza natural, pese a sus pretensiones de ser independientes y de haber avanzado en la civilización material. Esta descripción de las mujeres de la aldea ilustra claramente el contraste entre la vida natural y la vida artificial de una sociedad condenada, como la de Occidente, donde la belleza de las mujeres desnudas o semidesnudas puede comprarse fácilmente en muchos clubs y comercios y también con fines publicitarios. La palabra balibhiḥ indica que las mujeres llevaban monedas de oro, collares de piedras preciosas, lujosos vestidos, hierba fresca, pasta de madera de sándalo, collares de flores y otras ofrendas semejantes, que presentaban en platos de oro. Esas ofrendas reciben el nombre de bali. Las palabras tvaritaṁ jagmuḥindican lo felices que se sintieron las aldeanas al saber que madre Yaśodā había sido madre de un niño maravilloso llamado Kṛṣṇa.