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Śrīmad-bhāgavatam 2.2.18

Texto

paraṁ padaṁ vaiṣṇavam āmananti tad
yan neti netīty atad utsisṛkṣavaḥ
visṛjya daurātmyam ananya-sauhṛdā
hṛdopaguhyārha-padaṁ pade pade

Palabra por palabra

param — la suprema; padam — situación; vaiṣṇavam — en relación con la Personalidad de Dios; āmananti — saben ellos; tat — eso; yat — lo cual; na iti — no es esto; na iti — no es esto; iti — así pues; atat — sin Dios; utsisṛkṣavaḥ — aquellos que desean eludir; visṛjya — abandonando por completo; daurātmyam — perplejidades; ananya — absolutamente; sauhṛdāḥ — de buena fe; hṛdā upaguhya — poniéndolos en el corazón; arha — aquello que es lo único venerable; padam — pies de loto; pade pade — a cada momento.

Traducción

Los trascendentalistas desean eludir todo lo ateo, pues conocen esa situación suprema en la que todo está relacionado con el Supremo Señor Viṣṇu. Luego un devoto puro que esté en absoluta armonía con el Señor no crea perplejidades, sino que adora los pies de loto del Señor a cada momento y se los pone en el corazón.

Significado

En el Bhagavad-gītā se menciona varias veces mad-dhāma («Mi morada»), y de acuerdo con lo que dice la Suprema Personalidad de Dios Śrī Kṛṣṇa, existe el ilimitado cielo espiritual, en el que los planetas se denominan Vaikuṇṭhas, o la morada de la Personalidad de Dios. En ese cielo, que se encuentra muchísimo más allá del cielo material y sus siete coberturas, no hay necesidad del Sol ni de la Luna, ni hay necesidad de electricidad para la iluminación, porque los planetas son autoiluminadores y más brillantes que los soles materiales. Los devotos puros del Señor están en armonía absoluta con la Personalidad de Dios, o, en otras palabras, siempre piensan en el Señor como su único bienqueriente y amigo de confianza. A ellos no les llama la atención ninguna criatura mundana, ni siquiera hasta el nivel de Brahmā‚ el Señor del universo. Solo ellos pueden tener de modo definitivo una visión clara de los planetas Vaikuṇṭhas. Como a esos devotos puros los dirige perfectamente el Señor Supremo, ellos no crean ninguna perplejidad artificial en lo referente a la comprensión trascendental, perdiendo el tiempo en discutir lo que es Brahman y lo que no es Brahman, o māyā, ni tampoco creen falsamente que son uno con el Señor, ni arguyen que el Señor no existe separadamente, ni que no existe Dios en absoluto, o que los propios seres vivientes son Dios, o que cuando Dios se encarna, adopta un cuerpo material. Y ellos tampoco se interesan en las muchas y oscuras teorías especulativas, que en realidad son grandes obstáculos que se interponen en la senda de la comprensión trascendental. Aparte de la clase de los impersonalistas o los no devotos, también hay otras clases de personas que se hacen pasar por devotas del Señor, pero que en el fondo mantienen la idea de salvarse por medio del hecho de volverse uno con el Brahman impersonal. Ellas manufacturan erróneamente su propia forma de servicio devocional mediante un libertinaje descarado, y engañan a otras personas que son simplonas o libertinas como ellas mismas. Todos estos no devotos y libertinos son, según Viśvanātha Cakravartī, durātmās, o almas engañadoras disfrazadas de mahātmās, o de grandes almas. Con la presentación de este verso en particular, Śukadeva Gosvāmī excluye de la lista de los trascendentalistas a esa clase de no devotos y libertinos.

De modo que, los planetas Vaikuṇṭhas son en efecto los lugares residenciales supremos denominados los paraṁ padam. El brahmajyoti impersonal también se denomina el paraṁ padam, por su condición de ser los rayos de los planetas Vaikuṇṭhas, tal como los rayos solares son los rayos del sol. En el Bhagavad-gītā (14.27) se dice claramente que el brahmajyoti impersonal descansa en la persona del Señor, y como todo descansa directa e indirectamente en el brahmajyoti, todo procede del Señor, todo descansa en Él, y después de la aniquilación, todo se funde únicamente en Él. Por lo tanto, nada es independiente de Él. El devoto puro del Señor deja de perder el valioso tiempo en discriminar entre el Brahman y el no Brahman, porque sabe perfectamente bien que el Señor Parabrahman, por medio de Su energía Brahman, está entretejido en todo, en virtud de lo cual el devoto ve todo como propiedad del Señor. El devoto trata de ocupar todo al servicio de Él, y no crea perplejidades mediante el hecho de enseñorearse falsamente de la creación del Señor. Él es tan fiel, que se ocupa él mismo, así como también ocupa todo lo demás, en el amoroso servicio trascendental del Señor. El devoto ve en todo al Señor, y ve todo en el Señor. El disturbio específico creado por el durātmā, o el alma engañadora, se debe a la idea que él sostiene de que la forma trascendental del Señor es algo material.