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Śrīmad-bhāgavatam 2.2.19

Texto

itthaṁ munis tūparamed vyavasthito
vijñāna-dṛg-vīrya-surandhitāśayaḥ
sva-pārṣṇināpīḍya gudaṁ tato ’nilaṁ
sthāneṣu ṣaṭsūnnamayej jita-klamaḥ

Palabra por palabra

ittham — así pues, mediante la comprensión Brahman; muniḥ — el filósofo; tu — pero; uparamet — debe retirarse; vyavasthitaḥ — bien situado; vijñāna-dṛk — por medio del conocimiento científico; vīrya — fuerza; su-randhita — bien regulado; āśayaḥ — el objetivo de la vida; sva-pārṣṇinā — con el talón del pie; āpīḍya — obstruyendo; gudam — el orificio del aire; tataḥ — después; anilam — el aire vital; sthāneṣu — en los lugares; ṣaṭsu — seis principales; unnamayet — debe ser elevado; jita-klamaḥ — mediante la extinción de los deseos materiales.

Traducción

Mediante el conocimiento científico, uno debe estar bien situado en el estado de la comprensión absoluta, y de ese modo ser capaz de extinguir todos los deseos materiales. Uno debe abandonar entonces el cuerpo material obstruyendo el orificio del aire [a través del cual se evacua el excremento] con el talón del pie, y elevando el aire de la vida de un lugar a otro, pasando por los seis lugares principales.

Significado

Hay muchos durātmās que dicen haber comprendido a la perfección que son Brahman, y, sin embargo, son incapaces de conquistar los deseos materiales. En el Bhagavad-gītā (18.54) se explica claramente que un alma plenamente autorrealizada se llega a apartar por completo de todos los deseos materiales. Los deseos materiales se basan en el ego falso del ser viviente, y se manifiestan en las infantiles e inútiles actividades que este realiza para conquistar las leyes de la naturaleza material, y en su deseo de enseñorearse de los recursos constituidos por los cinco elementos. Con esa mentalidad, uno es llevado a creer en el poder de la ciencia material, con su descubrimiento de la energía atómica y los viajes espaciales por medio de vehículos mecánicos, y mediante esos diminutos adelantos de la ciencia material, el egoísta falso trata de desafiar incluso el poder del Señor Supremo, quien en menos de un segundo puede acabar con todos los diminutos esfuerzos del hombre. El ser bien situado, o el alma que ha llegado a la comprensión perfecta del Brahman, entiende perfectamente que el Brahman Supremo, o la Personalidad de Dios, es el todopoderoso Vāsudeva, y que él (el ser viviente autorrealizado) es una parte integral del todo supremo. Como tal, su posición constitucional es la de cooperar con Él en todos los aspectos, en la relación trascendental del servido y servidor. Un alma así de autorrealizada deja de exhibir las inútiles actividades en las que intenta enseñorearse de la naturaleza material. Como está bien y científicamente informada, se dedica por entero a la devoción fiel por el Señor.

Al yogī experto que ha practicado a fondo el control del aire vital por medio del método prescrito del sistema de yoga, se le aconseja dejar el cuerpo de la siguiente manera. Él debe obstruir con el talón del pie el orificio de la evacuación, y luego desplazar progresiva y sucesivamente el aire vital a través de seis lugares: el ombligo, el abdomen, el corazón, el pecho, el paladar, las cejas y el agujero cerebral. Controlar el aire vital por medio del proceso yóguico prescrito es algo mecánico, y la práctica es más o menos un esfuerzo físico en aras de la perfección espiritual. En días de antaño, esa práctica era muy común para el trascendentalista, pues en esos días la manera de vivir y el carácter eran favorables. Pero hoy en día, cuando la influencia de la era de Kali es tan perturbadora, prácticamente nadie está preparado en ese arte del ejercicio físico. En estos días, la concentración de la mente se logra con mayor facilidad mediante el canto del santo nombre del Señor. Los resultados son más eficaces que los que se obtienen del ejercicio interno del aire vital.