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Śrīmad-bhāgavatam 4.21.27

Texto

asti yajña-patir nāma
keṣāñcid arha-sattamāḥ
ihāmutra ca lakṣyante
jyotsnāvatyaḥ kvacid bhuvaḥ

Palabra por palabra

asti — debe existir; yajña-patiḥ — el disfrutador de todos los sacrificios; nāma — de nombre; keṣāñcit — en opinión de algunos; arha-sattamāḥ — ¡oh, muy respetable!; iha — en este mundo materieal; amutra — tras la muerte; ca — también; lakṣyante — es visible; jyotsnā-vatyaḥ — poderosos, hermosos; kvacit — en algún lugar; bhuvaḥ — cuerpos.

Traducción

Mis queridos y respetables ciudadanos, según las afirmaciones autoritativas del śāstra, debe existir una autoridad suprema que pueda otorgar los resultados correspondientes a nuestras actividades presentes. De no ser así, ¿por qué habría personas excepcionalmente hermosas y poderosas tanto en esta vida como en la siguiente?

Significado

Pṛthu Mahārāja perseguía su único objetivo en el gobierno de su reino: elevar a sus súbditos hasta el nivel de conciencia de Dios. En el recinto del sacrificio se había formado una gran asamblea, y por consiguiente había distintas clases de hombres; sin embargo, él solo tenía interés en hablar a los que no eran ateos. En los versos anteriores se ha explicado ya que Pṛthu Mahārāja había aconsejado a sus súbditos que fuesen adhokṣaja-dhiyaḥ, que significa «conscientes de Dios» o «conscientes de Kṛṣṇa»; en este verso presenta específicamente la autoridad del śāstra, a pesar de que su padre, que había sido un gran ateo, no solo no se había guiado por los mandamientos de los śāstras védicos, sino que acabó prácticamente con las celebraciones de sacrificio e incomodó tanto a los brāhmaṇas que estos, además de destronarle, le maldijeron y le dieron muerte. Los ateos no creen en la existencia de Dios; de modo que para ellos todo lo que tiene lugar en nuestra vida de cada día se debe a las disposiciones de la naturaleza física y al azar. Los ateos creen en la filosofía sāṅkhya atea basada en la combinación de prakṛti y puruṣa. Solo creen en la materia, y sostienen que, en determinadas circunstancias, la amalgama de materia da origen a la fuerza viviente, que se manifiesta entonces como puruṣa o disfrutador; la posterior combinación de la materia y la fuerza viviente provoca la existencia de la gran diversidad de manifestaciones materiales. Además, los ateos no creen en las afirmaciones de los Vedas. Para ellos, esas afirmaciones védicas son simples teorías sin aplicación práctica en la vida. Teniendo todo esto en cuenta, Pṛthu Mahārāja sugirió que los teístas deberían rechazar de plano los puntos de vista ateos, basándose en el hecho de que la gran diversidad en que se manifiesta la existencia no podría existir sin el plan de una inteligencia superior. Los ateos explican de un modo muy vago esa diversidad de la existencia, que atribuyen simplemente al azar, pero los teístas, que creen en las afirmaciones de los Vedas, deben establecer sus conclusiones siguiendo las directrices de los Vedas.

En el Viṣṇu-Purāṇa se dice que la institución varṇāśrama, en su conjunto, tiene como finalidad satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios. Todas las reglas y regulaciones fijadas para la puesta en práctica de los deberes de los brāhmaṇas, kṣatriyas, vaiśyas, y śūdras y de los brahmacārīs‚ gṛhasthas, vānaprasthas y sannyāsīs, tienen como finalidad la satisfacción del Señor Supremo. Los supuestos brāhmaṇas, kṣatriyas, vaiśyas y śūdras han perdido su cultura original, pero, a pesar de ello, pretenden que son brāhmaṇas, kṣatriyas, vaiśyas o śūdras por nacimiento, mientras, por otra parte, rechazan la idea de que esas órdenes sociales y espirituales tengan por finalidad la adoración del Señor Viṣṇu. La peligrosa teoría māyāvāda de Śaṅkarācārya, quien presentó la idea de que Dios es impersonal, no concuerda con las afirmaciones de los Vedas. Por esa razón, Śrī Caitanya Mahāprabhu ha calificado a los filósofos māyāvādīs como los peores ofensores contra la Suprema Personalidad de Dios. En el sistema védico, cuando una persona no se rige por las órdenes de los Vedas se dice que es un nāstika, un ateo. Cuando predicó su teoría de la no violencia, el Señor Buddha se vio obligado a negar la autoridad de los Vedas; por esa razón, los seguidores de los Vedas le consideraron nāstika. Śrī Caitanya Mahāprabhu, a pesar de afirmar claramente que los seguidores de la filosofía del Señor Buddha son nāstikas, ateos, debido a que niegan la autoridad de los Vedas, consideró que los śaṅkaritas, que querían establecer la autoridad védica de una forma engañosa, mientras que en realidad seguían la filosofía māyāvāda de la escuela de Buddha, eran aun más peligrosos que los propios budistas. La teoría de los filósofos śāṅkaritas de que tenemos que imaginar una forma de Dios, es más peligrosa que la propia negación de la existencia de Dios. A pesar de todas las teorías de los ateos y los māyāvādīs, los seguidores del proceso de conciencia de Kṛṣṇa siguen estrictamente en sus vidas los mandamientos del Bhagavad-gītā, que se considera la esencia de todas las Escrituras védicas. En el Bhagavad-gītā (18.46) se dice:

yataḥ pravṛttir bhūtānāṁ
yena sarvam idaṁ tatam
sva-karmaṇā tam abhyarcya
siddhiṁ vindati mānavaḥ

«Por adorar al Señor, que es la fuente de todos los seres y es omnipresente, el hombre puede alcanzar la perfección mediante el desempeño de sus propios deberes». Esto indica que la Suprema Personalidad de Dios es la fuente original de todo, como se explica en el Vedānta-sūtra (janmādy asya yataḥ). En el Bhagavad-gītā, el propio Señor nos confirma también: ahaṁ sarvasya prabhavaḥ: «Yo soy el origen de todo». La Suprema Personalidad de Dios es la fuente original de todas las emanaciones, y al mismo tiempo, como Paramātmā, Se difunde en todas las existencias. Por lo tanto, la Verdad Absoluta es la Suprema Personalidad de Dios, y toda entidad viviente está destinada a satisfacer al Dios Supremo con la ejecución del deber que le corresponda (sva-karmaṇā tam abhyarcya). Mahārāja Pṛthu deseó establecer esa fórmula entre sus súbditos.

Lo más importante en la civilización humana es que el hombre debe tratar de satisfacer al Señor Supremo con la ejecución de los distintos deberes en que se ocupa. Esa es la perfección más elevada de la vida. Svanuṣṭhitasya dharmasya saṁsiddhir hari-toṣaṇam: Se puede lograr que la vida sea un gran éxito simplemente con satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios mediante el desempeño de los deberes prescritos. El de Arjuna es un clarísimo ejemplo de esto. Como kṣatriya que era, Arjuna tenía el deber de luchar. Arjuna satisfizo al Señor Supremo con el desempeño de su deber prescrito, y por consiguiente, alcanzó la perfección. Todo el mundo debe seguir el mismo principio. A los ateos, que no lo siguen, se les condena en el Bhagavad-gītā (16.19) con la siguiente afirmación: tān ahaṁ dviṣataḥ krūrān saṁsāreṣu narādhamān. En ese verso se dice claramente que las personas que sienten envidia de la Suprema Personalidad de Dios son lo más bajo de la humanidad, y son muy malvadas. Los principios regulativos del Supremo establecen que esas personas sean arrojadas a la región más oscura de la existencia material y que nazcan de padres asuras, o ateos. Vida tras vida, los asuras, descienden a formas cada vez más bajas, hasta llegar a las formas de animales como el tigre y bestias feroces por el estilo. De esa forma, tienen que permanecer miles de años en la oscuridad, sin conocer a Kṛṣṇa.

La Suprema Personalidad de Dios recibe el nombre de Puruṣottama, «la principal de las entidades vivientes». Como todas las entidades vivientes, Él también es una persona, pero es el líder, el principal de todos los seres vivos, lo cual también se afirma en los Vedas: nityo nityānāṁ cetanaś cetanānām: Él es el principal entre todos los eternos, las más importante de todas las entidades vivientes, Él es pleno y completo. Él no gana nada interviniendo en los asuntos de las demás entidades vivientes, pero como sustentador de todos, tiene derecho a corregirlas y llevarlas a una situación en que puedan ser felices. Todo padre desea orientar a sus hijos para que sean felices. De la misma manera, Dios, es decir, Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, tiene el derecho de velar por la felicidad de todas las entidades vivientes. En el mundo material no hay ninguna posibilidad de alcanzar la felicidad. Padre e hijos son eternos, pero mientras la entidad viviente no se eleve hasta el plano de la vida eterna, llena de felicidad y conocimiento, no se puede hablar de felicidad. La principal de las entidades vivientes, Puruṣottama, no tiene nada que conseguir de las entidades vivientes comunes, pero aun así tiene derecho a hacer diferencias entre lo correcto y lo incorrecto. El sendero correcto son las actividades destinadas a satisfacer a la Suprema Personalidad de Dios, como ya hemos comentado (svanuṣṭhitasya dharmasya saṁsiddhir hari-toṣaṇam). Sin que importe cuál sea el deber en que se ocupe, la entidad viviente que desee alcanzar la perfección en sus deberes tiene que satisfacer al Señor Supremo. De esa forma, el que Le complace obtiene mejores condiciones de vida, pero quien Le disgusta se enreda en situaciones indeseables.

Por consiguiente, podemos concluir que hay dos tipos de deberes, los deberes mundanos y los deberes que se realizan como yajña, como sacrificio (yajñārthāt karma). Toda actividad (karma) que no se realice por yajña es causa de cautiverio. Yajñārthāt karmaṇo’nyatra loko’yaṁ karma-bandhanaḥ: «Toda actividad debe realizarse como un sacrificio en honor de Viṣṇu, pues de lo contrario, nos encadena al mundo material» (Bg. 3.9). Las estrictas leyes de la naturaleza material se encargan de regular la administración de karma-bandhanaḥ, el cautiverio del karma. La existencia material es una lucha por superar los obstáculos que nos presenta la naturaleza material. Los asuras están siempre luchando por superar esos obstáculos, y las necias entidades vivientes, en virtud de la potencia ilusoria de la naturaleza material, trabajan arduamente en el mundo material pensando que eso es felicidad. Eso se denomina māyā. En esa ardua lucha por la existencia, niegan la existencia de la autoridad suprema, Puruṣottama, la Suprema Personalidad de Dios.

Dios ha dictado códigos de leyes a fin de regular las actividades de las entidades vivientes, de la misma forma que un rey dicta códigos de leyes para su estado, y todo el que quebranta esas leyes es castigado. De manera similar, el Señor ha dado el infalible conocimiento de los Vedas, que están libres de la contaminación de los cuatro defectos de la vida humana, es decir, las tendencias a cometer errores, caer en ilusión y engañar, y el tener sentidos imperfectos. Si no seguimos las directrices de los Vedas, sino que actuamos de manera caprichosa, guiándonos por nuestro propio criterio, tenemos asegurado el castigo de las leyes del Señor, que ofrece distintas clases de cuerpos en las 8 400 000 formas de vida. La dirección que tome la existencia material, es decir, el proceso de complacencia de los sentidos, depende del tipo de cuerpo que prakṛti, la naturaleza material, nos haya dado. Por consiguiente, se debe distinguir entre actividades piadosas y actividades impías (puṇya y pāpa). En el Bhagavad-gītā (7.28) se afirma claramente:

yeṣāṁ tv anta-gataṁ pāpaṁ
janānāṁ puṇya-karmaṇām
te dvandva-moha-nirmuktā
bhajante māṁ dṛḍha-vratāḥ

«Aquel que haya superado por completo las actividades resultantes del sentido de la vida impía [lo cual solo es posible para quien se ocupa exclusivamente en actividades piadosas] podrá entender su relación eterna con la Suprema Personalidad de Dios, ocupándose de esa forma en el servicio amoroso trascendental del Señor». Esa vida de ocupación constante en el servicio amoroso del Señor se denomina adhokṣaja-dhiyaḥ, «vida consciente de Kṛṣṇa», que es la vida que el rey Pṛthu quería que llevasen sus súbditos.

Las diversidades de la vida y de la existencia material no son producto del azar y de la necesidad; el Señor las ha dispuesto en función de las actividades piadosas e impías de las entidades vivientes. Las actividades piadosas pueden llevarnos a nacer dentro de una buena familia en un país aventajado, pueden proporcionarnos un cuerpo hermoso, una muy buena educación o grandes riquezas. Por eso vemos que el nivel de vida, la calidad de la educación y el aspecto físico de las personas varían de un lugar a otro y de un planeta a otro; la Suprema Personalidad de Dios los determina en función de las actividades piadosas o impías. Por consiguiente, las diversidades de la vida obedecen, no al azar, sino a un plan predeterminado, cuyas líneas generales se esbozan en el conocimiento védico. Debemos sacar partido de ese conocimiento, especialmente en la vida humana, y regular nuestras vidas de tal forma que, mediante la práctica del proceso de conciencia de Kṛṣṇa, finalmente podamos regresar al hogar, de vuelta a Dios.

Con las palabras ajñāta-sukṛti, que se refieren a actividades piadosas realizadas sin tener conocimiento de ello, las Escrituras védicas dan la mejor explicación de la teoría del azar. Con todo, esas actividades también obedecen a un plan. Por ejemplo, Kṛṣṇa viene como un ser humano corriente, o puede venir con la forma de un devoto, el Señor Caitanya; también puede enviar a Su representante, el maestro espiritual, el devoto puro. Todos ellos vienen a hacer propaganda y a educar, dando a las personas que están bajo la influencia de la energía ilusoria del Señor Supremo la oportunidad de estar en su compañía, hablar con ellos y recibir sus enseñanzas. Toda esa actividad también obedece al plan de la Suprema Personalidad de Dios. De una u otra forma, puede ocurrir que un alma condicionada, se entregue a esas personalidades, y relacionándose estrechamente con ellas, se vuelva consciente de Kṛṣṇa y se salve del condicionamiento de la vida material. Por eso Kṛṣṇa nos da la siguiente instrucción:

sarva-dharmān parityajya
mām ekaṁ śaraṇaṁ vraja
ahaṁ tvāṁ sarva-pāpebhyo
mokṣayiṣyāmi mā śucaḥ

«Abandona toda clase de religión y sencillamente entrégate a Mí. Yo te liberaré de toda reacción pecaminosa. No temas» (Bg. 18.66). La palabra sarva-pāpebhyaḥ significa «de todas las actividades pecaminosas». Kṛṣṇa salva a la persona que se entrega a Él y aprovecha la oportunidad de relacionarse con el devoto puro, el maestro espiritual u otras encarnaciones autorizadas de Dios, como Pṛthu Mahārāja. En ese momento, su vida alcanza el éxito.