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Śrīmad-bhāgavatam 4.22.27

Texto

dagdhāśayo mukta-samasta-tad-guṇo
naivātmano bahir antar vicaṣṭe
parātmanor yad-vyavadhānaṁ purastāt
svapne yathā puruṣas tad-vināśe

Palabra por palabra

dagdha-āśayaḥ — al ser quemados todos los deseos materiales; mukta — liberadas; samasta — todas; tat-guṇaḥ — cualidades relativas a la materia; na — no; eva — ciertamente; ātmanaḥ — el alma o Superalma; bahiḥ — externa; antaḥ — interna; vicaṣṭe — actividad; para-ātmanoḥ — de la Superalma; yat — esa; vyavadhānam — diferencia; purastāt — que existía al principio; svapne — en un sueño; yathā — como; puruṣaḥ — una persona; tat — ese; vināśe — se termina.

Traducción

La persona que se libera de todos los deseos y cualidades materiales trasciende la diferencia entre las acciones externas y las internas. En ese momento deja de existir la diferencia entre el alma y la Superalma que existía antes de la autorrealización. Al despertar de un sueño, desaparece la diferencia entre el sueño y el que lo soñaba.

Significado

Como explica Śrīla Rūpa Gosvāmī (anyābhilāṣitā-śūnyam), todos los deseos materiales deben desaparecer. Cuando eso ocurre, la persona deja de necesitar el conocimiento especulativo y las actividades fruitivas. En esa condición, debe entenderse que está libre del cuerpo material. Y antes hemos dado el ejemplo: la pulpa del coco seco no está unida a la corteza externa. Ese es el estado de liberación. Como se dice en el Śrīmad-Bhāgavatam (2.10.16): mukti¸ la liberación, significa svarūpeṇa vyavasthitiḥ, estar situado en la propia posición constitucional. La presencia de los deseos materiales se da mientras estamos bajo la influencia del concepto corporal de la vida, pero cuando comprendemos que somos sirvientes eternos de Kṛṣṇa, los deseos dejan de ser materiales. Esa es la conciencia con que actúa el devoto. En otras palabras, con el final de los deseos materiales relacionados con el cuerpo, se alcanzan la verdadera liberación.

La persona liberada de las cualidades materiales no hace nada para complacer sus propios sentidos. Todas sus actividades son absolutas. En el estado condicionado, hay dos tipos de actividades. Hay quien actúa para el cuerpo, y hay quien lo hace para alcanzar la liberación. El devoto, cuando está completamente libre de todos los deseos y cualidades materiales, trasciende la dualidad de actuar para el cuerpo o para el alma. En ese entonces, el concepto corporal de la vida ha desaparecido por completo. Por esa razón, Śrīla Rūpa Gosvāmī dice:

īhā yasya harer dāsye
karmaṇā manasā girā
nikhilāsv apy avasthāsu
jīvan-muktaḥ sa ucyate

Aquel que está completamente fijo en el servicio del Señor es una persona liberada en toda circunstancia. Se dice que es jīvan-muktaḥ, es decir, que está liberado incluso estando dentro de su cuerpo actual. En ese estado liberado, no hay diferencia entre las acciones que se ejecutan con vistas a complacer los sentidos y las acciones que buscan la liberación. La persona que se libera de los deseos de complacencia sensorial no tiene que seguir sufriendo las reacciones que ellos acarrean, que son la lamentación e ilusión. Las actividades de los karmīs y jñānīs acaban en lamentación e ilusión, pero la persona autorrealizada, que se ha liberado y solo actúa para la Suprema Personalidad de Dios, no tiene que pasar por eso. Ese es el estado de unidad, de fundirse en la existencia de la Suprema Personalidad de Dios. Esto significa que el alma individual, aunque conserva su individualidad, deja de tener intereses separados. Se dedica plenamente al servicio del Señor, y no hace nada por complacer sus propios sentidos; por lo tanto, no se ve a sí misma; solamente ve a la Suprema Personalidad de Dios, y sus intereses personales cesan por completo. Cuando despertamos de un sueño, el sueño se desvanece. Mientras soñamos, podemos creer que somos reyes, y ver nuestra opulencia imperial, nuestros soldados, etc., pero cuando despertamos, solo estamos nosotros. De manera similar, la persona liberada entiende que es una parte integral del Señor Supremo que actúa de conformidad con el deseo del Señor Supremo, y que, por consiguiente, no hay diferencia entre él y el Señor Supremo, aunque ambos conservan su individualidad (nityo nityānāṁ cetanaś cetanānām). Ese es el concepto perfecto de unidad en relación con la Superalma y el alma.