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Śrīmad-bhāgavatam 5.1.22

Texto

manur api pareṇaivaṁ pratisandhita-manorathaḥ surarṣi-varānumatenātmajam akhila-dharā-maṇḍala-sthiti-guptaya āsthāpya svayam ati-viṣama-viṣaya-viṣa-jalāśayāśāyā upararāma.

Palabra por palabra

manuḥ — Svāyambhuva Manu; api — también; pareṇa — por el Señor Brahmā; evam — de este modo; pratisandhita — cumplió; manaḥ-rathaḥ — la aspiración de su mente; sura-ṛṣi-vara — del gran sabio Nārada; anumatena — con el permiso; ātma-jam — a su hijo; akhila — del universo entero; dharā-maṇḍala — de planetas; sthiti — mantenimiento; guptaye — para la protección; āsthāpya — establecer; svayam — personalmente; ati-viṣama — muy peligroso; viṣaya — asuntos materiales; viṣa — de veneno; jala-āśaya — océano; āśāyāḥ — de deseos; upararāma — se liberó.

Traducción

De este modo, con la ayuda del Señor Brahmā, Svāyambhuva Manu vio satisfechos sus deseos. Con el permiso del gran sabio Nārada, dejó en manos de su hijo la responsabilidad gubernativa de mantener y proteger todos los planetas del universo. Con ello, se liberó del venenoso océano de los deseos materiales, que está lleno de peligros.

Significado

Svāyambhuva Manu no tenía prácticamente ninguna esperanza, ya que era el propio Nārada, la gran personalidad, quien estaba instruyendo a su hijo para que no entrase en la vida de casado. Ahora se sentía muy complacido con el Señor Brahmā, pues había intervenido para inducir a su hijo a asumir la responsabilidad de llevar el gobierno del universo. El Bhagavad-gītā nos informa de que Vaivasvata Manu era hijo del dios del Sol, y de que su hijo, Mahārāja Ikṣvāku, gobernó el planeta Tierra. Sin embargo, parece ser que Svāyambhuva Manu estaba a cargo de todo el universo, y que confió a su hijo, Mahārāja Priyavrata, la responsabilidad de mantener y proteger todos los sistemas planetarios. Dharā-maṇḍalasignifica «planeta». La Tierra, por ejemplo, recibe el nombre de dharā-maṇḍala. Akhila, sin embargo, significa «todo» o «universal». Por lo tanto, es difícil entender la posición que ocupaba Mahārāja Priyavrata, pero, según se desprende de esta obra, parece que era más elevada que la de Vaivasvata Manu, pues se le confió el gobierno de todos los sistemas planetarios del universo.

Otra declaración significativa es que Svāyambhuva Manu se sintió muy satisfecho al renunciar a la responsabilidad de gobernar todos los sistemas planetarios del universo. En la actualidad, los políticos están muy deseosos de hacerse con el gobierno, y envían a sus hombres a hacer propaganda de casa en casa, para conseguir votos y lograr la presidencia o algún otro alto cargo oficial. En este verso, por el contrario, vemos que el rey Priyavrata tuvo que ser convencido por el Señor Brahmā para que aceptase el puesto de emperador de todo el universo. Su padre, Svāyambhuva Manu, también se sintió aliviado al confiar a Priyavrata el gobierno del universo. Se hace evidente, entonces, que en la época védica los reyes y jefes ejecutivos del gobierno no asumían sus cargos por cuestión de complacencia sensorial. Esos reyes sublimes, famosos con el nombre de rājarṣis, gobernaban con la finalidad exclusiva de mantener y proteger el reino, pensando en el bienestar de los ciudadanos. La historia de Priyavrata y Svāyambhuva Manu nos muestra que esos monarcas ejemplares y responsables desempeñaban sus deberes en el gobierno de un modo desinteresado, manteniéndose siempre aparte de la contaminación del apego material.

En este verso, las ocupaciones materiales se han comparado a un océano de veneno. Śrīla Narottama dāsa Ṭhākura los ha descrito en parecidos términos en una de sus canciones:

saṁsāra-viṣānale, divā-niśi hiyā jvale,
juḍāite nā kainu upāya

«Mi corazón arde sin cesar en el fuego de la existencia material, y no he tomado medidas para salir de él».

golokera prema-dhana, hari-nāma-saṅkīrtana,
rati nā janmila kene tāya

«El único remedio es hari-nāma-saṅkīrtana, el canto del mahā-mantra Hare Kṛṣṇa, que viene del mundo espiritual, Goloka Vṛndāvana. ¡Qué desdichado soy, que no siento atracción por él!». Manu deseaba buscar el refugio de los pies de loto del Señor; por esa razón se sintió muy aliviado cuando su hijo, Priyavrata, aceptó encargarse de los asuntos del mundo. Ese es el sistema que sigue la civilización védica. Al final de la vida, hay que liberarse de los asuntos mundanos y ocuparse por entero en el servicio del Señor.

También es significativa la palabra surarṣi-vara-anumatena. Manu puso el gobierno en manos de su hijo con el permiso del gran santo Nārada. La razón de que se mencione este aspecto en particular es que cuando Priyavrata se hizo cargo del universo, obedeciendo al Señor Brahmā y a Manu, Nārada también se sentía complacido, a pesar de que lo que él hubiera querido era que Priyavrata se hubiera visto libre de todos los asuntos materiales.