Skip to main content

Śrīmad-bhāgavatam 6.17.15

Texto

ataḥ pāpīyasīṁ yonim
āsurīṁ yāhi durmate
yatheha bhūyo mahatāṁ
na kartā putra kilbiṣam

Palabra por palabra

ataḥ — por lo tanto; pāpīyasīm — más pecaminosas; yonim — a las especies de vida; āsurīm — demoníacas; yāhi — ve; durmate — ¡oh, insolente!; yathā — de modo que; iha — en este mundo; bhūyaḥ — de nuevo; mahatām — a grandes personalidades; na — no; kartā — cometas; putra — mi querido hijo; kilbiṣam — ninguna ofensa.

Traducción

Querido hijo mío, eres un insolente, así que ahora nacerás en una familia de demonios, baja y pecaminosa, de forma que no vuelvas a cometer otra ofensa como esta contra las personas santas y excelsas de este mundo.

Significado

Debemos ser muy cuidadosos de no cometer ofensas a los pies de loto de los vaiṣṇavas, de entre los cuales el más eminente es el Señor Śiva. En sus enseñanzas a Śrīla Rūpa Gosvāmī, Śrī Caitanya Mahāprabhu explicó que la ofensa contra los pies de loto de un vaiṣṇava es como un elefante enloquecido, hātī mātā. Si un elefante enloquecido entra en un hermoso jardín, todo el jardín queda destruido. Del mismo modo, si actuamos como un elefante enloquecido y cometemos ofensas a los pies de loto de un vaiṣṇava, nuestra vida espiritual se interrumpe. Por lo tanto, debemos ser muy cuidadosos de no cometer ofensas contra los pies de loto de un vaiṣṇava.

El castigo de madre Pārvatī a Citraketu estaba justificado, pues Citraketu había tenido la insolencia de criticar al padre supremo, Mahādeva, que es el padre de las entidades vivientes condicionadas del mundo material. A la diosa Durgā se la considera la madre, y al Señor Śiva, el padre. Un vaiṣṇava puro debe ser muy prudente y cumplir con el deber que le corresponde sin criticar a los demás. Esa es la posición más segura. De lo contrario, la tendencia a criticar a los demás puede llevarnos a la gran ofensa de criticar a un vaiṣṇava.

Citraketu era, sin lugar a dudas, un vaiṣṇava, de modo que, al escuchar la maldición de Pārvatī, es posible que se sorprendiera. Por esa razón, la diosa Pārvatī se dirigió a él llamándole putra, hijo. Todos somos hijos de madre Durgā, pero ella no es una madre corriente. Tan pronto como un demonio manifiesta una ligera desviación en su conducta, madre Durgā le castiga para hacerle recobrar el buen juicio. Esto lo explica el Señor Kṛṣṇa en el Bhagavad-gītā (7.14):

daivī hy eṣā guṇa-mayī
mama māyā duratyayā
mām eva ye prapadyante
māyām etāṁ taranti te

«Esta energía divina Mía, integrada por las tres modalidades de la naturaleza material, es difícil de superar. Pero aquellos que se han entregado a Mí pueden sobrepasarla fácilmente». Entregarse a Kṛṣṇa significa entregarse también a Sus devotos, pues no se puede ser buen sirviente de Kṛṣṇa sin ser buen sirviente de un devoto. Chāḍiyā vaiṣṇava-sevā nistāra pāyeche kebā: Sin servir al sirviente de Kṛṣṇa, no podemos elevarnos a la posición de sirvientes de Kṛṣṇa. Por esa razón, madre Pārvatī se dirigió a Citraketu con las palabras de una madre que dice a su hijo travieso: «Hijo mío, te castigo para que no vuelvas a hacer semejante cosa». Esa tendencia de la madre de castigar a su hijo se encuentra incluso en madre Yaśodā, que fue la madre de la Suprema Personalidad de Dios. Madre Yaśodā castigó a Kṛṣṇa atándole y amenazándole con un palo. Por lo tanto, la madre tiene el deber de castigar a su querido hijo, incluso si su hijo es el Señor Supremo. Debe entenderse que el castigo de madre Durgā a Citraketu era un castigo justificado y en realidad fue una bendición de Citraketu, pues, después de nacer como el demonio Vṛtrāsura, fue llevado directamente a Vaikuṇṭha.