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Śrīmad-bhāgavatam 7.14.8

Texto

yāvad bhriyeta jaṭharaṁ
tāvat svatvaṁ hi dehinām
adhikaṁ yo ’bhimanyeta
sa steno daṇḍam arhati

Palabra por palabra

yāvat — tanto como; bhriyeta — pueda ser llenado; jaṭharam — el estómago; tāvat — eso mismo; svatvam — propiedad; hi — en verdad; dehinām — de las entidades vivientes; adhikam — más que eso; yaḥ — todo el que; abhimanyeta — pueda aceptar; saḥ — él; stenaḥ — un ladrón; daṇḍam — castigo; arhati — merece.

Traducción

Es lícito asumir la propiedad de las riquezas necesarias para mantener juntos el cuerpo y el alma, pero quien aspire a mayores propiedades debe ser considerado un ladrón, y merece el castigo de las leyes de la naturaleza.

Significado

Por misericordia de Dios, a veces obtenemos grandes cantidades de cereales, una ayuda económica imprevista, o unas ganancias inesperadas en los negocios. De ese modo, podemos obtener más dinero del que necesitamos. ¿Cómo debemos gastarlo? No hay necesidad de atesorar dinero en el banco con el único objetivo de aumentar la cuenta corriente. En el Bhagavad-gītā (16.13), se explica que esa mentalidad es asúrica, demoníaca.

idam adya mayā labdham
imaṁ prāpsye manoratham
idam astīdam api me
bhaviṣyati punar dhanam

«La persona demoníaca piensa: "Hoy tengo una gran riqueza, y más que ganaré según mis planes. Mucho es mío ahora, y en el futuro aumentará más y más''». El asura se preocupa de las riquezas que tiene hoy en el banco, y de cómo aumentarlas mañana; pero los śāstras, así como los gobiernos de la era actual, no permiten atesorar riquezas sin restricción. En realidad, si alguien tiene más de lo que precisa, el dinero sobrante debe gastarlo en la causa de Kṛṣṇa. Según la civilización védica, debe dárselo todo al movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa, como el Señor ordena personalmente en el Bhagavad-gītā (9.27):

yat karoṣi yad aśnāsi
yaj juhoṣi dadāsi yat
yat tapasyasi kaunteya
tat kuruṣva mad-arpaṇam

«Todo lo que hagas, todo lo que comas, todo lo que ofrezcas y todo lo que des, así como todas las austeridades que realices, hazlo, ¡oh, hijo de Kuntī!, como una ofrenda a Mí». Los gṛhasthas deben gastar sus excedentes de dinero únicamente en el movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa.

Los gṛhasthas deben hacer donaciones para la construcción de templos del Señor Supremo, y para la prédica del Śrīmad-Bhagavad-gītā, es decir, la prédica consciente de Kṛṣṇa, por todo el mundo. Śṛṇvan bhagavato 'bhīkṣṇam avatāra-kathāmṛtam. En los śāstras (los Purāṇas y otras Escrituras védicas) hay muchas narraciones acerca de las actividades trascendentales de la Suprema Personalidad de Dios; todo el mundo debe escucharlas una y otra vez. Por ejemplo, si leemos los dieciocho capítulos del Bhagavad-gītācada día, en cada nueva lectura hallaremos una nueva explicación. Esa es la naturaleza de la literatura trascendental. Por lo tanto, el movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa nos brinda la oportunidad de gastar los excedentes de nuestros ingresos en beneficio de toda la humanidad mediante la propagación del proceso de conciencia de Kṛṣṇa. En la India, sobre todo, vemos que hay millares de templos que fueron construidos por los más ricos de la sociedad, que no querían ser llamados ladrones y ser castigados.

Este verso es muy importante. En él se explica que quien atesora más dinero del que necesita es un ladrón, y será castigado por las leyes de la naturaleza. Aquel que acumula más dinero del necesario, se llena de un deseo cada vez más intenso de disfrutar de comodidades materiales. Los materialistas están inventando muchísimas necesidades artificiales, y los que tienen dinero, deslumbrados por esas cosas artificiales, tratan de ganar más dinero para poseer todas esas novedades. Esta es la idea que rige el crecimiento económico contemporáneo. Todo el mundo se dedica a ganar dinero; ese dinero se guarda en el banco, y este, entonces, lo pone de nuevo en circulación. En ese ciclo de actividades, todo el mundo se dedica a conseguir cada vez más dinero, con lo cual pierde de vista el objetivo, el ideal de la vida humana. En pocas palabras, puede decirse que todos son ladrones y que merecen ser castigados. Las leyes de la naturaleza imponen su castigo en el ciclo de nacimientos y muertes. Nadie muere completamente satisfecho, pues es imposible satisfacer todos los deseos. Por esa razón, en el momento de la muerte, las personas se sienten muy tristes, pues no han podido satisfacer sus deseos. Entonces, las leyes de la naturaleza les ofrecen otro cuerpo con el que satisfacer sus deseos insatisfechos, y, al nacer y recibir otro cuerpo material, aceptan voluntariamente las tres miserias de la vida.