Skip to main content

Śrīmad-bhāgavatam 7.8.31

Texto

nakhāṅkurotpāṭita-hṛt-saroruhaṁ
visṛjya tasyānucarān udāyudhān
ahan samastān nakha-śastra-pāṇibhir
dordaṇḍa-yūtho ’nupathān sahasraśaḥ

Palabra por palabra

nakha-aṅkura — con las afiladas uñas; utpāṭita — arrancó; hṛt-saroruham — cuyo corazón, que era como una flor de loto; visṛjya — dejando a un lado; tasya — de él; anucarān — a los seguidores (soldados y guardaespaldas); udāyudhān — con las armas levantadas; ahan — Él mató; samastān — a todos; nakha-śastra-pāṇibhiḥ — con Sus uñas y otras armas en Sus manos; dordaṇḍa-yūthaḥ — con infinidad de brazos; anupathān — a los asistentes de Hiraṇyakaśipu; sahasraśaḥ — a miles.

Traducción

La Suprema Personalidad de Dios, que tenía muchísimos brazos, primero arrancó el corazón a Hiraṇyakaśipu, y después arrojó el cuerpo a un lado y se volvió contra los soldados del demonio, que habían venido a miles para luchar contra Él; aquellos fieles seguidores de Hiraṇyakaśipu venían con las armas levantadas, pero el Señor Nṛsiṁhadeva les mató a todos simplemente con la punta de las uñas.

Significado

Desde la creación del mundo material, siempre ha habido dos clases de hombres: los devas y los asuras. Los devas siempre son fieles a la Suprema Personalidad de Dios, mientras que los asuras son ateos que desafían la supremacía del Señor. En la actualidad, el número de ateos en el mundo es muy grande. Están tratando de demostrar que Dios no existe y que todo se debe a combinaciones y permutaciones de los elementos materiales. De esa forma, el mundo material se está volviendo cada vez más ateo, y, como consecuencia, impera el caos. Si esto continúa, es indudable que la Suprema Personalidad de Dios va a intervenir, como hizo en tiempos de Hiraṇyakaśipu. Hiraṇyakaśipu y sus seguidores fueron destruidos en un segundo; del mismo modo, si esta civilización atea sigue adelante, también será destruida en un segundo; bastará con el simple movimiento de un dedo de la Suprema Personalidad de Dios. Por lo tanto, los demonios deben ser prudentes y poner freno a su civilización atea. Deben beneficiarse del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa y volverse fieles a la Suprema Personalidad de Dios; de lo contrario, están condenados. Del mismo modo que Hiraṇyakaśipu fue matado en un segundo, la civilización atea puede ser destruida en cualquier momento.